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Rioscuro - Tejos milenarios 7-8-15

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Gruñon:
EL BOSQUE DE LAS HADAS Y LOS GIGANTES
Solo si caminamos por este bosque serenamente y atentos a todo lo que acontece a nuestro alrededor; a sus olores, a sus colores, al lenguaje de las ramas, el rumor de las aves, al susurro sutil del agua, al vaivén de las hojas al ser mecidas por el viento, al policromo y mullido tapiz del suelo o a los destellos de luz que con dificultad se cuelan entre el espeso manto arbóreo; dejaremos de ser intrusos en este paraíso para pasar a formar parte de su engranaje, casi de su organismo  y disfrutaremos por momentos de la magia de la clorofila.
Hoy el valle nos recibe con sus mejores galas. Los líquenes y el musgo se desparraman y se descuelgan con sus ornamentos ocre, verde y plata, entre el laberinto de sus ramas, engalanando y tratando de crear un mundo privado e impenetrable.
Al mismo tiempo, entre las umbrías que provocan los soberbios robledales y los fantásticos tejos, puedo intuir la presencia de animales fabulosos como el lobo, el oso pardo y otros seres más frágiles y misteriosos  como las hadas, éstas, ocultas eternamente a nuestros ojos bajo la espesura.
Salimos del bosque con la sensación de placidez que solo trasmiten esos lugares; con el estremecimiento que producen las cosas que difícilmente se pueden aprender o explicar y que afortunadamente solo se pueden sentir.
Texto de Mateo Lobisome


































































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